La ira es una emoción básica que en su justa medida, tiene una función adaptativa, y que viene acompañada de sentimientos como irritación, enfado, furia o rabia causados por la indignación y el enojo al vernos vulnerados en nuestros derechos.
Pero, ¿qué ocurre cuando la ira se convierte en algo habitual en nuestras vidas?
Aunque existen numerosos libros y revistas que tratan de cómo dominar la ira, ninguno de los consejos que brindan parece lograr su objetivo. ¡Yen cuántas contradicciones incurren, además! A veces se nos aconseja que, cuando alguien nos trate mal, adoptemos una actitud pasiva, de no resistencia. Pero la resignación a menudo conduce a la perpetuación de la injusticia, o, lo que es peor, puede incluso acrecentarla. Otras veces se nos invita, en cambio, a expresar libre y enteramente nuestros sentimientos de ira, a desfogarlos sin ninguna inhibición, a darles rienda suelta, a no traicionar nuestro yo colérico. Así meteremos mejor en cintura a nuestros adversarios … Tal vez. Pero, así como el amor engendra amor, la cólera engendra represalias. Hagamos la prueba, si no, y no tardaremos en verlo. ¿Qué hacer, entonces, visto que ambos enfoques producen unos resultados poco convincentes? ¿Debemos tragarnos nuestra rabia mansamente o sin contemplaciones?
Una de las principales enseñanzas de la Terapia Racional Ernotivo-ConduClual (TREC), que deriva de la antigua sabidurla de numerosos filósofos asiáticos y europeos, combinándola con alguoos de los métodos más modernos de psicoterapia dice que, si conseguimos cambiar nuestos pensamientos, sentimientos y comportamientos de ira, estaremos en condiciones de minimizar nuestra cólera y tener una vida más feliz y más eficiente.
¿Cómo nos afecta el exceso de ira?
- LA IRA DESTRUYE LAS RELACIONES PERSONALES. Uno de los costes más corrientes de la ira, probablemente el más elevado de todos, es el dafio que causa a nuestras relaciones personales. Curiosamente, las relaciones que quedan dañadas suelen ser las mejores que tenemos. Muchas personas creen que la ira la dirigimos principalmente hacia la gente que nos cae mal. ¡Nada más falso! Varios estudios recientes. entre los que destaca uno de la Universidad de Hofstra (Kassinove y otros) y otro de la Universidad de Massachusetts confirman que esto no es cierto. La mayor parte de las veces nos enfadamos con las personas que mejor conocemos. Entre los blancos más frecuentes de la ira figuran los cónyuges, los hijos, los compafieros de trabajo y los amigos.
- LA IRA AFECTA NEGATIVAMENTE A NUESTRAS RELACIONES LABORALES. No nos engañemos, el trabajo es a menudo muy frustrante. Jefes demasiado exigentes, colegas envidiosos, clientes airados, plazos inflexibles, injusticias de todo tipo … motivos de sobra para poner a prueba nuestra paciencia. Pero enfurecernos a causa de las frustraciones puede frustrarnos más aún. En primer lugar, puede perjudicar seriamente las relaciones laborales y entorpecer nuestro éxito profesional. En segundo lugar, puede bloqueamos a la hora de abordar cuestiones importantes y limitar nuestra capacidad para realizar un trabajo de calidad.
- EMPEORAMOS LA SITUACIÓN. A pesar de lo que acabamos de decir, ¿no tiene la ira ninguna ventaja? ¿No nos ayuda a veces una actitud airada a enfrentamos a situaciones difíciles? ¿No nos ayuda a sentirnos fuertes y no perder el control cuando nos acecha la adversidad? ¿No es bueno expresar nuestra rabia para imponernos y hacer valer nuestros argumentos? Interesantes preguntas. La vida es difícil y está llena de desafíos. Pero aunque la ira es una emoción humana natural, esto no justifica en absoluto que sea la más útil para resolver los problemas. Reflexionemos un poco, y digamos sinceramente si la rabia n0s ayuda o perjudica.
- LA IRA FOMENTA LAS AGRESIONES. Razón para mantener la ira bajo control es porque puede conducir fácilmente a la agresividad.
- LA IRA PUEDE PROVOCAR TRASTORNOS CARDÍACOS. Tal si estemos pensando: «Yo estoy muy bien del corazón, y esta no me influye», ¡No estemos tan seguros! Más de treinta años de investigación han mostrado que la ira suele ir acompañada del desarrollo de trastornos cardiovasculares. Una de las causas de muerte más corrientes entre los norteamericanos es precisamente el paro cardíaco. Aunque nuestra ira no nos haya producido aún graves problemas de salud, sus efectos nocivos podrían estar incubándose en este mismo momento ..
- LA IRA Y LOS PROBLEMAS PERSONALES. Muchos de los costes de la ira saltan a la vista. Otros. sin embargo pueden ser menos obvios. Entre éstos destacan los problemas personales como, por ejemplo la depresión y los sentimientos de culpabilidad, bochorno e inseguridad. ¿Sentimos alguna de estas cosas junto con nuestra baja tolerancia de la frustración y con la ira? Como hemos dicho anteriormente, la ira intensa y frecuente ser, la causa de perder que nuestro puesto de trabajo y también importantes relaciones humanas. Cuando nuestra ira origina tales pérdidas es fácil que veamos la vida de color negro y que suframos una depresión.
Falsas creencias sobre cómo enfrentarnos a la ira
Sin duda todos hemos oído muchas sugerencias «dictadas por el sentido común» para hacer frente a nuestra ira. En las revistas populares y los coloquios televisados y se nos ofrece a diario multitud de soluciones que nos ayudan supuestamente a vivir la vida sin ira ni rencor. Lo malo de muchas de etras ideas es que simplemente no funcionan. Si hoy consultamos a cinco psicoterapeutas distintos sobre cómo hacer frente a nuestra ira probablemente obtengamos sendos métodos de tratamiento distintos. Unos «expertos» nos dirán que la solución de nuestro problema de ira se esconde en nuestro pasado: la única manera de combatir con éxito nuestra rabia es mirar hacia atrás y curar viejas heridas e injusticias, que han hecho de nosotros unas personas inseguras y enfadadas. No obstante, otros pueden asegurarnos que nuestro pasado no cuenta para el caso; al cambiar el trabajo las relaciones o las situaciones que nos quitan el sueño en la actualidad, nos aseguraremos una vida más feliz, más sana y menos airada.
Hay otras opiniones respecto a qué’ hacer con nuestra ira. Unos profesionales nos recomendarán ponerle freno y evitar en lo posible cualquier encontronazo con personas conflictivas; que nos alejemos de las situaciones «calientes» y no volvamos a ellas hasta habernos serenado. Otros, en cambio, nos pueden alentar a desfogar nuestra ira siempre que la sintamos brotar, por ejemplo, expresándola abietamente contra la gente que nos parece especialmente odiosa o bien, de manera menos directa y en privado, gritando, aporreando la almohada o haciendo ejercicio flsico. Son muchos los falsos conceptos que circulan por ahí sobre la ira, veamos los principales
- NUESTRA IRA SE REDUCE SI LA EXPRESAMOS ACTIVAMENTE . La opinión de que debemos expresar activamente la ira para reducirla tiene su principal valedor en el pensamiento freudiano. Según el modelo hidráulico de la emociones de Freud (y de Wilheim Reich), nuestros sentimientos de ira se acumulan con el tiempo y crean un depósito de energía negativa. Si no expresamos o desfogarnos esra rabia contenida, acabará estallando en forma de disfunciones físicas, enfermedades y perturbaciones emocionales. Los terapeutas que suscriben esta teoría nos animan a airear nuesnus sentimientos de ira y por tanto, a drenar nuestro depósito de la tensión contenida. Se supone que al echar una bronca a alguien desagradable, o al realizar otros actos catárticos, que
nuestra energía agresiva se acumule hasta niveles perjudiciales. Esta falacia entraña dos errores de bulto: el primero, que al apresar nuestra ira reducimos sus riesgos para la salud, y, en seggundo lugar, que al dar rienda suelta a nuestro rencor nos sentimos menos airados. Según el doctor Aaron Siegman, psicólogo y estudioso de la ira de la Universidad de Marylaod, dar rienda suelta a la ira es un importante factor de riesgo para los enfermos del corazón. Expresar la rabia puede desencadenar un
tipo de excitación interna particularmente propicio para la aparición de disfunciones arteriales. Según numerosos experimentos psicológicos sobre esta cuestión realizados en los últimos cuarema años, no cabe ninguna duda de que expresar la ira tanto verbal como físicamente origina más, no menos, ira y violencia. Así pues, desfogar la ira ya sea directa o indirectamenre suele reforzarla y fortalecerla. - TOMARNOS UN TIEMPO MUERTO CUANDO NOS ENFADAMOS. Ante los daños y costes que supone dar rienda suelta a la ira, al gunos profesionales de la salud mental nos dicen que por todos los medios de evitar o escapar de las situaciones en las que más probabilidades tengamos de sufrir un acceso de cólera. A esto ellos lo llaman el recurso de «tiempo muerto». Es decir, que si nos notamos, por ejemplo. que nos vamos a enfadar con nucstros hijos, es conveniente tomarnos una pausa; y si nuestro mal humor hace su aparición en el trabajo, que vayamos a dar un paseo hasta que notemos que empezamos a calmarnos. Dicho así parece un buen consejo, ¿no es cierto? pues tal vez no lo sea. Hay varios peros que poner a esta manera de solventar nuestra ira. Consideremos el siguiente ejemplo:
Fred a menudo se sentía frustrado y antipático con sus amios aunque nunca les agredía, gritaba chillaba y a veces rompía algún objeto cuando perdía los estribos. Tras la pérdida de varias amistades, acudió a la consuta. Su terapeuta le recomendó que, cuando notara que empezaba a sentir la rabia, se tomara un desanso. Fred probó este modo en su siguiente relación, y la cosa pareció funcionar bien durante un par de meses. Sin embargo, su nueva compañera también acabó abandonándolo. Se quejaba de que no se comunicaba con ella, y de que, como siempre se iba a otra parte, difícilmente podían tratar de resolver sus discrepancias. - LA IRA NOS AYUDA A CONSEGUIR LO QUE QUEREMOS. Tal vez, como ocurre con muchas personas, también nosotros creamos que nuestra ira nos ayuda a consegui r lo que queremos, o a superar la adversidad o la injusticia. ¿Creemos de verdad que, si no nos mostramos encolerizados la gente no nos escuchará, respetará ni atenderá a nuestros deseos? Esto tal vez sea cierto con algunas personas. Es posible que nuestra esposa o marido, o nuestros hijos hagan lo que queremos a fin de no oír nuestros etallidos. También es posible que nuestros colegas traten de suavizar nuestra furia. Asi que, ¿por qué no seguir este método? Pues porque aunque es posible que la gente satisfaga nuestros deseos mientras estamos chillando o amenazando, lo haga solamente a causa de nuestra constante presión. Pero, con el paso del tiempo, lo más probable es que la gente nos guarde rencor y muestre una actitud distante hacia nosotros.
- EL ESTUDIO DE PASADO HACE DISMINUIR NUESTRA IRA. Esta es otra falsa creencia bastate corriente entre los profesionales de la salud mental cuando nos hacen rememorar los traumas de la infancia que nos enfurecieron en otro tiempo, y que aún siguen enfureciéndonos. Si aceptamos esta falsa creencia, podernos pasar muchos años de terapia tratando de imaginar por qué somos como somos. Muchos terapeutas nos ayudarán encantados a explorar cada detalle de nuestra infancia y adolescencia. Pero, si bien esta autoexploración puede ser interesante, ¿contribuirá a hacer que disminuya nuestra ira? ¡Lo dudamos bastante! Para explicar mejor esta idea, recurramos a una analogía. Supongamos que somos aficionados al tenis y que nos gustaría mejorar nuestro nivel de juego, a cuyo fin contratamos los servicios de un entrenador. Tras varias lecciones y un período suficiente de observación, el entrenador identifica o diagnostica algunas de las razones por las que no jugamos mejor. Dice que cogemos la raqueta de manera excesivamente angulada o que nuestra postura en la pista es torpe e incorrecta. ¿Qué eficacia tendrá el entrenador si pasa varios meses tratanda de ayudarnos a recordar cómo se fue gestando nuestra manera viciada de jugar a tenis? Tal vez aprendimos a coger de terminado modo la raqueta jugando con nuestra hermana durame una acampada estival, o tal vez adquirimos un mal hábito tenístico en el polideportivo del instituto en el segundo año de bachillerato … ¿Nos ayudarán estos descubrimientos a jugar mejor a tenis? ¡Dificil parece! Para mejorar nuestro juego de verdad, no sirve de mucho descubrir dónde o cómo adquirimos nuestro estilo defectuoso. Sería mucho más útil pasar con nuestro entrenador todo ese tiempo aprendiendo y practicando la manera correcta de coger la raqueta y de movemos en la pista. Por supuesto, tal va estos ejercicios. no nos gusten demasiado al principio, pues suele ser bastante duro desprenderse de los viejos bábitos. Pero, con la repetición y mucha práctica, empezará a gustarnos la manera correcta de coger la raqueta y de movemos en la pista y nuestro juego mejorará considerablemente. Naturalmente, para aprender a ser menos irascibles es preciso ser conscientes de lo que estamos haciendo mal, no de cómo se fueron gestando nuestros errores en el pasado. Aprender y practicar nuevas maneras de pensar y comportarnos nos ayudará sin duda a jugar un mejor «tenis emocional»
- LOS ACONTECIMIENTOS EXTERNOS PROVOCAN NUESTRA IRA. Cuando la gente se enfada, raras veces carga con la responsabilidad de sus sentimientos. ¿Cuántas veces hemos pensado o dicho: «Ese tia me cabrea», «Esos tiparacos me sacan de quicio»? Con semejantes enunciados damos por supuesto que nuestros sentimientos de ira se hallan fuera de nuestro control. Nos sentimos víctimas indefensas cuyas emociones bailan Fatídicamente al compás que les imponen las circunstancias de este mundo … Si cualquier acontecimiento externo nos sacara realmente de quicio, todos reaccionaríamos de la misma manera ante acontecimientos parecidos. Por ejemplo, consideramos una situación en la que diez personas están atrapadas en un embotellamiento y van a llegar tarde a una reunión importante, ¿Se conducirán todos exactamente de la misma manera? Por supuesto que no. Algunas se irritan visiblemente y empiezan a tocar el claxon y a chillar a los demás conductores mientras piensan, ¿Por qué habrán dado el carnet de conducir a semejantes tarugos? ¡Me dan ganas de matarlos! Otros, asimismo, se dirán exacerbados, «¿Por qué no habré salido con más tiempo? ¡Mira que soy imbécil!. Otros, finalmente, mantendrán la calma, diciéndose para sus adentros, «Son cosas que pasan de vez en cuando, así que … paciencia».. Vemos, pues, cómo diferentes personas reaccionan de diversas maneras ante un mismo acontecimienro. En realidad, son raras las veces que nosotros mismos respondemos de la misma manera ante una situación idéntica. ¿Qué es lo que nos dicen estas distintas reacciones emocionales? En la mayorla de los casos, nuestras creencias sobre lo que ocurre determinan nuestras respuesras emocionalcs. En el caso de la ira cuando sentimos que perdemos el control, nuestras reacciones pueden dar la impresión de ser automáticas. Puede parecer que nuestra rabia surge como simple reacción ante un acontecimiento externo. Pero es fácil ver que nuestras creencias son las que nos llevan al borde de la ira y las que nos hacen esclavos de ella. Somos nosotros ,y no esos «tiparracos» los que creamos la ira.. ¡No lo dudemos!
Para reducir con éxito nuestra ira y hacer frente con mayores garantías a las dificultades de la vida, conviene desterrar la idea de que las situaciones injustas, las personas difíciles y las frustraciones importantes son las que nos ponen automáticamcnte furiosos. Sin duda contribuyen también en parte. Pero siempre crean lo que nosotros ya sentimos. Aceptar esta responsabilidad es fundamcntal para hacer frente con eficacia a nuestros futuros arrebatos.
FUENTE:
«Controle su ira antes de que ella le controle a usted», Alberte Ellis, Raymond Chip Tafrade, Editorial Paidós
Francisco de los Santos Hurtado
Psicólogo Clínico y Educacional
www.centroabc.es
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