Centro ABC de Psicología y Pedagogía

Habilidades sociales, asertividad e inteligencia emocional

¿Qué son las habilidades sociales?

Podemos definir las habilidades sociales como un conjunto de conductas o comportamientos emitidas por un individuo en un contexto interpersonal, que expresa los sentimientos, actitudes, deseos, opiniones o derechos propios de un modo adecuado a la situación, respetando la conducta de los demás, y resolviendo los problemas inmediatos de la situación, y minimizando la probabilidad de problemas futuros

En pocas palabras,  las habilidades sociales son el conjunto de hábitos -conductas, pensamientos y emociones- de que disponemos para relacionarnos con los demás.

Existen maneras particulares de comportarse, actuar o dar una respuesta a una situación determinada, producto de la interacción de factores internos personales y factores externos o ambientales. Cuando hablamos de conducta manifiesta relacionado con las habilidades sociales, podemos diferenciar a grandes rasgos los comportamientos asertivos de los no asertivos (pasivos y agresivos), siendo la conducta asertiva la que nos permite actuar a base a nuestros intereses, defendernos y decir no, expresar cómodamente nuestros sentimientos honestos y ejercer nuestros derechos personal sin negar los derechos de los otros, y todo ello, sin sentir ansiedad. En el otro polo están las conductas no asertivas, pasivas, que tienen que ver con la incapacidad de expresar abiertamente sentimientos,  pensamientos u opiniones y de defender nuestros propios derechos, y las agresivas, que utilizan muchas personas, a veces sin ser conscientes de ello, para imponer, de manera inadecuada sus derechos, opiniones y pensamientos, violando los derechos de los demás, en ocasiones, haciendo uso de comportamientos violentos.

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Ante determinadas situaciones sociales, las personas activamos unas reacciones fisiológicas de manera incosciente y difíciles de controlar, que en muchos casos denotan una falta o déficit de habilidades sociales, como puede ser sonrojarse, temblar, sudar, que se acelere el ritmo cardíaco y la respiración, dolor de estómago, por citar algunas. Para dar explicación a estar reacciones hemos hemos de tener en cuenta la función que las emociones tienen como mediadoras de nuestras relaciones sociales. Las emociones se pueden definir técnicamente como proceso que se desencadena por valoración cognitiva de una situación, y que tiene como consecuencia un cambio en el estado del organismo, dicho en otras palabras es la manera en que nuestro cuerpo reacciona para prepararnos ante una situación que percibimos y valoramos de una determinada forma, generalmente de manera automática e inconsciente, que nos predispone a tener una actitud y motivación adaptada lo que nos rodea en especial a las personas.

Una persona asertiva tenderá a manifestar más emociones positivas en su relación con los demás que una persona pasiva o agresiva. En esta interacción social, tiene un papel esencial el componente cognitivo, es decir, los pensamientos. Los nuevos conocimientos sobre la relación entre el pensamiento y la emoción han dado lugar al nacimiento del estudio científico de la inteligencia emocional. La inteligencia emocional se puede definir, según los científicos Peter Salovey y John D. Mayer como un conjunto de talentos o capacidades, organizado en 4 dominios; capacidad para percibir las emociones de forma precisa, capacidad para aplicar las emociones para facilitar el pensamiento y el razonamiento, capacidad para comprender las emociones, y capacidad para controlar las propias emociones y las de los demás. Las diferencias en estas capacidades repercuten en el hogar, en la escuela, en el trabajo, así como en nuestras relaciones sociales

Tal y como postulan los modelos científicos más importantes en el estudio de las emociones, lo que determina lo que una persona siente, no es una situación por sí misma, sino más bien, la forma en que interpretamos esta situación. Cuando el pensamiento distorsiona la interpretación de estos acontecimientos da lugar a pensamientos irracionales, es decir, esquemas equivocados en la interpretación de los hechos, que dan lugar a una visión simplista, negativista o muy exagerada y que influyen notablemente en el comportamiento de la persona

Un ejemplo de ello puede ser el siguiente: preparando la cena siento un gran dolor en el brazo, y pienso ¿por qué siempre este dolor? Soy un inútil, no sirvo ni para hacer la cena a mi familia, esto no va a cambiar nunca… y sentirme triste, impotente, frustrado y como consecuencia, dejo de hacer la cena o, por otro lado, puedo pensar, otra vez el dolor, ya me ha pasado otras veces, pararé un momento a que se me pase, voy a pedir ayuda a mis hijos… y sentir disgusto al principio pero tranquilidad después, y como consecuencia, busco la ayuda de mis hijos.

Otro ejemplo puede ser al ver un grupo de amigo que desde lejos me miran, y se rien, pensar, se están riendo de mi, se rien porque soy ridículo y tonto, nadie me va a querer nunca, siempre se rien de mi, lo que hace que me sienta triste, frustrado, con rabia y me lleve a abandonar el lugar con la cabeza baja, o por el contrario puedo pensar, mi grupo de amigos está hablando animadamente, se rien mucho, y me han mirado un par de ocasiones, voy a acercarme a saludarles

Es muy importante tener en cuenta que de la misma manera que aprendemos a interpretar lo que nos rodea de una manera distorsionada e irracional, podemos aprender a hacerlo de una manera más racional y adaptada, que nos va a llevar a sentir menos ansiedad y a relacionarnos con nuestro entorno de una manera más positiva y saludable

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Las habilidades sociales, como nuestra forma de comportarnos, por lo tanto, también en gran medida son fruto del aprendizaje. Normalmente, este aprendizaje se hace de manera natural, desde la infancia, y se adquieren en la medida en que nos acostumbramos a interaccionar con los demás, y a disfrutar de la compañía de nuestros familiares, amigos y compañeros a la par que asumimos normas de convivencia y nos adaptamos a ellas. Pero en muchas ocasiones este aprendizaje no se realiza de manera adecuada, y esto lleva a muchos niños y adultos a tener problemas para relacionarse con otras personas, o a asumir la relación con los demás de una manera rígida y negativa (ya sea porque adoptamos un rol pasivo y sumiso o por el contrario, nuestro rol es agresivo y dominante).

Existen programas de adquisición y aprendizaje de habilidades sociales que se han empleado y se siguien empleando con éxito en colegios e institutos como el  PEHIS (Programa de Enseñanza de Habilidades de Interacción Social) de la psicóloga Inés Monjas Casares, que incluye:

  • Habilidades básicas de interaccion social (como sonreir y reir, saludar, presentarse, pedir favores, cortesía y amabilidad)
  • Habilidades para hacer amigos y amigas (reforzar a los otros, iniciaciones sociales, unirse al juego con otros, pedir ayuda, cooperar y compartir)
  • Habilidades conversacionales (iniciar conversaciones, mantener conversaciones, unirse a la conversación de otros, conversaciones de grupo)
  • Habilidades relacionadas con sentimientos, emociones y opiniones (autoafirmaciones positivas, expresar emociones, recibir emociones, defender los propios derechos y opiniones)
  • Habilidades de solución de problemas interpersonales (identificar problemas interpersonales, buscar soluciones, anticipar consecuencias, elegir una solución, probar la solución)
  • Habilidades para relacionarse con adultos (cortesía con el adulto, refuerzo al adulto, conversar con el adulto, peticiones al adulto, solucionar problemas con adultos)

Existen programas para desarrollar habilidades sociales concretar que nos ayudan, por ejemplo a hablar en público de de forma exitosa y convencer a los demás con nuestro discurso, como también existen tratamientos muy eficaces que nos enseñan a ser asertivos, y a relacionarnos con los demás de manera satisfactoria, sin sentir ansiedad.

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A modo de conclusión, podemos ver la importancia que tiene que los niños y adultos aprendan a desenvolverse adecuadamente en sus relaciones interpersonales. Es posible tratar los problemas de relación social, pero también es posible prevenirlos desde la infancia enseñándo habilidades sociales de manera adecuada y sistemática en colegios o centros especializados, lo que evitaría muchos problemas a corto (por ej. fracaso escolar) y a largo plazo (por ej. trastornos mentales) en muchas personas, a la par que dotaría a aquellos niños que las adquiriesen y desarrollaran de un mayor éxito en su futuro laboral, académico y por supuesto social y personal

Centro ABC Psicología y Pedagogía está totalmente de acuerdo con esta visión, y trabaja las habilidades sociales tanto en la infancia como en adultos, y para ello, cuenta con programas de enseñanza de habilidades sociales como el PEHIS que se imparte en grupos por edad o programas de inteligencia emocional como el INTEMO que ya se han empleado, y se siguen empleando con éxito en muchos colegios e institutos españoles.

Francisco de los Santos Hurtado

Psicólogo especializado en clínica y educación en el Centro ABC Psicología y Pedagogía de Leganés (Madrid)

 

 

 

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