El estrés es un proceso psicológico complejo que implica actividades tanto emocionales como motivacionales. Este proceso habitualmente ha sido mal definido, por parcializarle e indiferenciarle de otros procesos emocionales, como por ejemplo de la ansiedad, la ira, la hostilidad, etc.
El estrés fue definido, en primer lugar, por Hans Selye (o János Selye en húngaro, como gustaba de usar) un estudiante de segundo de medicina de la Universidad de Praga, que buscaba un diagnóstico diferencial para ciertos pacientes que presentaban una misma serie de respuestas o síndrome -pérdida de apetito, reducción de la fuerza muscular, elevación de la presión arterial y carencia de iniciativa-, ante diferentes situaciones e indiferentemente del trastorno que padecieran, llegando a definir once años después este síndrome como estrés, aunque en ese primer momento simplemente lo definió como el «síndrome de sólo estar enfermo». El desarrollo del estrés se produjo espectacularmente coincidiendo con las grandes contiendas, así durante la segunda guerra mundial se estudió bajo la perspectiva del rendimiento en el combate y la vulnerabilidad a las lesiones, durante la guerra de Corea se realizaron importantes estudios sobre las secreciones hormonales asociadas al estrés, y durante la guerra de Vietnam se realizaron importantes estudios sobre los efectos psicológicos y psicofisiológicos de éste.
En la actualidad, este interés se mantiene desde el campo de la psicología del trabajo, siendo una derivación directa de parte de los trabajos militares; el interés por el estudio de los trastornos psicofisiológicos desde la psicología de la salud, trastornos que son consecuencia del propio estrés; el interés desde la psicología clínica y en especial de la modificación de conducta por actividades preventivas, para alguna de las cuales el modelo sindromático del estrés, de la cual carece la modificación de conducta, le da un marco conceptual adecuado; y, por último, se produce un interés en la psicología por el proceso en sí mismo, independientemente de los campos de aplicación.
Diferenciación entre estrés y ansiedad
El estrés y la ansiedad presentan muchos aspectos comunes, que hace que en determinadas ocasiones aparezcan como procesos indiferenciados, incluso en la literatura más especializada. Por ello intentaremos en primer lugar delimitar las principales diferencias entre ambos conceptos, al tiempo que así perfilamos el propio concepto de estrés.
El primer punto de diferenciación entre el estrés y la ansiedad lo encontramos en el diferente origen de ambos conceptos, así el concepto de estrés surge en el campo médico trasladándose posteriormente al campo de la psicología de la salud, donde se desarrolló ampliamente y, por último, llega al campo de la psicología de la motivación y la emoción. Por contra, el concepto de ansiedad surge en el seno de la propia psicología, dentro del campo de la psicología clínica, inscribiéndose posteriormente dentro de los procesos psicológicos generales. Sin embargo, al mismo tiempo la psicología existencial superponía ambos conceptos, creando una confusión entre ambos aún hoy no superada.
Los niveles de análisis tanto del estrés como de la ansiedad, se han realizado en función de sus consecuencias sobre la conducta manifiesta, los procesos cognitivos y la actividad psicofisiológica. En niveles extremos, ambos procesos presentan un patrón de respuesta equivalente, lo que lleva a equivocarlos, sin embargo en niveles bajos y moderados, los efectos de ambos se gradúan de forma diferencial en el tiempo, así en el caso del estrés los primeros efectos que aparecen son de tipo psicofisiológico (los que se reflejan en el cuerpo), mientras que en la ansiedad los primeros en aparecer son los cognitivos (se reflejan a modo de pensamientos y preocupaciones) y los últimos los psicofisiológicos. La relación entre niveles de estrés y efectos psicofisiológicos es prácticamente lineal, a mayor nivel de estrés mas activación psicofisiológica; mientras que en el caso de la ansiedad las consecuencias psicofisiológicas solo aparecen de forma súbita coincidiendo con niveles extremadamente altos de ansiedad.
Por último, el estrés puede considerarse una emoción bidireccional, es decir, se comporta como una emoción positiva bajo ciertas condiciones (lo que llamamos eustres) y lo hace de forma negativa cuando se sobrepasa un determinado nivel óptimo (lo que conocemos como distres). Además, el estrés, actúa al mismo tiempo como una motivación energetizando y direccionando el comportamiento. Por contra, la ansiedad es tan solo una emoción y exclusivamente negativa, de tal manera que sus efecto son siempre indeseados y se producen desde el primer momento en que aparece este proceso.
El concepto de estrés
Actualmente el estrés se describe dentro de un proceso dinámico, multidimensional e interactivo de varios procesos, donde los aspectos implicados en el estrés son principalmente los sucesos estresantes o estresores (condiciones ambientales, sucesos reales o imaginados), la valoración cognitiva del sujeto, la respuesta de estrés (mecanismo fisiológico de mediación) y las consecuencias de tal actuación.
El estrés no puede entenderse solo desde su perspectiva negativa, ni desde la positiva. El estrés implica la mayor parte de las veces una combinación de ambos tipos de efectos. Es primariamente positivo, puesto que es un proceso adaptativo, que actúa como energizante y motivador para una amplísima gama de actividades humanas. Y secundariamente sería negativa, como excepción a la regla anterior o como efectos secundarios no deseables.
Pero cuales son las condiciones específicas que hacen en una situación concreta que los factores negativos pesen más que los positivos o cuales son esas excepciones a la regla general de estrés como proceso adaptativo. A la luz de la revisión realizada podríamos concretar estas condiciones que potencian los factores negativos en los siguientes puntos:
A.- El mantenimiento de las condiciones estresoras o la frecuente activación del proceso lleva a las fases de resistencia y agotamiento, pero este mantenimiento y activación depende de la capacidad psicológica de tolerancia al estrés, más que del tiempo de presencia del propio
B.- Los altos niveles de intensidad del estresor, de nuevo está mas relacionado con procesos psicológicos, tales como la valoración y la capacidad para afrontarle, más que la propia intensidad física del estresor.
C.- Las esterotipias en la activación psicofisiológica (formas particulares de responder al estrés) , también responden más a procesos psicológicos, además de otras condiciones biológicas, y no a las condiciones desencadenantes de la respuesta de estrés.
D.- Las esterotipias en el patrón temporal de reacción al estrés, responde al efectos de acumulación psicológica.
E.- El distres o estrés desagradable, que depende del grado de control que la persona pueda ejercer sobre el estresor y de la dificultad que le plantee el ejercicio de tal control.
F.- El estilo de afrontamiento (maneras en que valoramos una situación como estresante) , que responde a una sobregeneralización de estrategias de afrontamiento al estrés y a condiciones socioculturales y no al proceso mismo.
G.- Las reaciones afectivas negativas desencadenadas en los procesos de valoración, dependen totalmente de las experiencias anteriores, de las creecias, valores y de su propia autoestima
H.- La fatiga inherente a los procesos psicológicos de afrontamiento, que dependen totalmente de las capacidades psicológicas de la persona y no del proceso.
Así pues, podemos concluir que el estrés es un proceso psicológico positivo, que puede ir acompañado de efectos negativos, pero que estos efectos negativos no son en ningún caso inherentes al propio estrés, sino que provienen de los propios procesos psicológicos movilizados por la persona.
Francisco de los Santos Hurtado
Psicólogo en www.centroabc.es
Extraido de: «Modelos explicativos del estrés», Enrique G. Fernández Abascal, Catedrático de Psicología Básica en la UNED